Las prácticas del lenguaje como contenido de enseñanza y de aprendizaje en el Nivel Inicial
Este campo de formación centra las prioridades en las
cual supone una nueva mirada sobre qué es lo que en relación con el lenguaje se
aprende y se enseña en el Nivel y sobre cómo se lo enseña. Se trata de un enfoque
según el cual los aprendizajes que se promueven no se reducen al dominio de los
aspectos sistemáticos de la lengua, ni al conocimiento de los textos, sus características
y tipologías. El “giro” consiste en proponer -como contenidos de aprendizaje y de enseñanza-
las particularidades de las prácticas sociales de oralidad (habla y escucha), de
lectura y de escritura, los
del lector y del escritor,
Como afirma Delia Lerner:
prácticas del lenguaje, loquehaceres del hablante, del interlocutor activo y participativo,así como las actitudes y valores inherentes a dichas prácticas.“Los quehaceres del lector y del escritor son contenidos –y no actividades,
como podría creerse a partir de la formulación en infinitivo– porque son aspectos
de lo que se espera que los alumnos aprendan, porque se hacen presentes en
el aula precisamente para que los alumnos se apropien de ellos y puedan ponerlos
en acción en el futuro, como practicantes de la lectura y escritura……”
p.99).
En este sentido, hablar, escuchar, leer y escribir, entendidos como acciones sociocomunicativas,
productoras y constructoras de sentido (y no solamente como
habilidades lingüístico-cognitivas), no se aprenden por pura instrucción ni simple inmersión
en situaciones de comunicación, sino a través de la
sistemática en diversas experiencias de oralidad, lectura y escritura situadas, con sentido
y con propósitos comunicativos reales. De esto, se desprenden algunas reflexiones
fundamentales para la acción de enseñanza:
(2001,participación asidua y•
de situaciones en las que los niños hablen, escuche, lean y escriban en el
Jardín y en la sala, sino también la consideración de los rituales, los usos, las costumbres,
las convenciones, las escenas y los escenarios que –en el contexto socialescolares de lenguaje recreen –en la sala y en el Jardín– la riqueza, la complejidad
y la diversidad de las prácticas sociales de lenguaje. Sólo así será posible que lo
que los hablantes, los lectores y escritores
las necesidades de los niños– en saberes personal y socialmente válidos.
Enseñar las prácticas sociales de oralidad, lectura y escritura implica no sólo la propuestay cultural– se asocian con dichas prácticas. Sólo así será posible que las prácticashacen pueda convertirse -–en función de•
como criterio determinante en los procesos de constitución y transformación de los
sujetos sociales y sus interacciones. Correlativamente, esto implica, para el maestro,
renunciar a una concepción del hablar, el escuchar, el escribir y el leer como habilidades
homogéneas, que “ocurren” en cada sujeto de la misma manera y según los
mismos ritmos. Esto supone asumir, al mismo tiempo, una potencialidad y un desafío.
Por un lado, esta mirada desde y hacia las prácticas del lenguaje permite cortar
los lazos con la visión del niño como individuo que llega a la institución educativa a
aprender una lengua que no sabe y un saber hacer con ella que desconoce, para
pasar a considerarlo sujeto –individual y social– de lenguaje. Pero, al mismo tiempo,
demanda al docente asumir el desafío que conlleva el trabajo con la diferencia, la
imprevisibilidad, la diversidad de saberes y de preguntas, la provisionalidad de las
certezas y hasta la incertidumbre.
Hablar de participación supone la necesidad de la experiencia individual y colectiva•
niños construirán saberes sociales, lingüísticos, interaccionales, que adquirirán sentido
sólo en función de tales prácticas (Lerner, 2001).
Por otra parte, cabe tener presente que oralidad (escucha y habla), lectura y escritura
constituyen prácticas complementarias, que se articulan y retroalimentan en toda
situación genuina de comunicación. Esto trae como consecuencia que no puedan ser
consideradas de manera aislada, sino en interrelación. Correlativamente, su secuencia
de desarrollo en las distintas etapas del Nivel Inicial no ha de ser pensada en términos
de fragmentación o “reparto”, ya que cada una de ellas y sus mutuas interrelaciones
constituyen una totalidad expresivo-comunicativa. Será, entonces, la progresiva complejidad
de las situaciones, materiales lingüísticos y propósitos lo que permitirá asegurar
los avances y enriquecimientos en los aprendizajes.
En síntesis, proponer a las prácticas del lenguaje como objeto de enseñanza
implica, al mismo tiempo, una nueva mirada de dicho objeto, una resignificación de la
finalidad formativa del Nivel en este campo, una apuesta por las posibilidades de
Es actuando como sujetos hablantes, interlocutores, lectores y escritores, que lostodoslos niños y un replanteo de las condiciones didácticas y los modos de intervención
docente. Se trata de consolidar en el Jardín y en la sala una comunidad donde circule
la palabra y donde la cultura escrita no sea
forma parte de la vida del Jardín
modo particular una concepción de la enseñanza que supera su condición de mero
proceso técnico para ratificar su carácter de “acto social, histórico y cultural que se
orienta a valores y en el que se involucran sujetos…” (Souto, 2000, p. 135).lo que está fuera del Jardín, sino lo quecomo agencia social. Estas premisas plantean de